Dentro del Valle de Punilla late la localidad que llevamos tan cerca del corazón.. / Imagen: Agencia Córdoba Turismo.

Villa Carlos Paz, Córdoba, Argentina

Bien sabido es que Córdoba es un destino perfecto por donde se lo mire, la provincia es un paraíso natural con amplitud paisajística y gran calidad de vida. Horizontes infinitos, pueblos y ciudades que parecen sacados de un sueño, atardeceres de maravilla y caminos con mucha historia nos quedan impregnados en la memoria, por eso, volvimos. Pero en esta oportunidad los invito a la ciudad de los egresados. ¡Sí, la archifamosa Villa Carlos Paz! anhelada localidad a la que llegamos cuando “ya somos grandes”, es decir a los 13 años, cuando egresamos de la escuela primaria colmados de ilusiones.

Dentro del Valle de Punilla late la localidad que llevamos tan cerca del corazón. Como buena ciudad cordobesa Carlos Paz es hermosa y está llena de entretenimiento y diversión; aquí se percibe una vibra muy bonita. Es ideal para visitarla en cualquier momento del año, en invierno o en verano. Ella permanece siempre hecha un primor. Su delicada energía es revitalizante y encantadora, de ahí que sea uno de los destinos turísticos más importantes de la República Argentina.

Existen aquí ciertos puntos e hitos que no se pueden dejar de visitar. El fabuloso y ya mítico Dique San Roque es sólo uno de ellos; cuando el nivel de agua está alto, se forma una visión impactante. Entre sierras, balnearios dorados, aerosillas, laberintos divertidos y verdes valles Villa Carlos Paz nunca decepciona. La magia se reinicia con cada nueva visita.

Las costas del San Roque permiten realizar deportes náuticos. En sus clubes de pesca se pueden alquilar botes y canoas; también hay muchas rampas para ingresar lanchas y jet skis; definitivamente, una de las actividades más atractivas que brinda el verano en el famoso lago.

Pero no todo es deporte en la Villa, sino que cuando cae la tarde y el sol se retira a descansar, la vida nocturna se enciende y despierta, se pone vibrante, se arregla con luces de mil colores y entonces florecen los casinos, los tradicionales teatros, las casas de videojuegos con su llamativa iluminación y discotecas reconocidas a nivel nacional.

Pero de todos, el Reloj Cucú merece un apartado especial, porque guardo un recuerdo cálido de ese pajarito puntual y misterioso, que salía de su casita a anunciar la hora y que de niño me hizo mil historias crear y más preguntas hacer: – ¿Por qué vive ahí? ¿cómo sabe cuándo es la hora de salir a saludar? -preguntaba y repreguntaba yo. Varias generaciones han pasado y seguirán pasando por aquí. El fascinante reloj fue construido por ingenieros alemanes en gratitud y como ofrenda a la ciudad que los recibió en un entorno de sincera amistad y entrañable calidez.

Semana Santa suele ser uno de esos momentos especiales para recorrer la ciudad; ocasión por la que las ferias artesanales y de brillantes piedras semipreciosas se ponen más abundantes que nunca y entonces la vida se siente como que cobra una nueva luz y se transforma en una especie de carrusel del que nunca te querrías bajar.

Y no obviemos el Camino de las Cien Curvas que va rodeando el lago, tiene miradores espectaculares. Mientras bordeamos dicho camino llegaremos a la renovada Costanera y será un placer recorrerla entre florcitas amarillas, unos sabrosos mates, alfajores locales y entonces comprobar cómo la ciudad hace honor a su nombre. Este es un destino ideal para sentirnos plenos y en paz.

Redacción: Sitio Viajero