Un sendero asfaltado y ascendente: perfecto para los amantes de las aventuras al volante. / Imágen: Banco de imágenes.

Cuesta del Lipán

Escritores y filósofos de todos los tiempos han reflexionado sobre la paciencia y sus virtudes. Algunos la compararon con la virtud por excelencia, otros con el arte de saber esperar y no han faltado aquellos que veneraran la paciencia del “Gran Arquitecto”: aquel ente natural que dio origen a todas las cosas.

El significado más profundo de esta cualidad va unido a la experiencia: esta es la sensación que experimentan todos los intrépidos conductores que se han atrevido a recorrer ese endemoniado tramo de la ruta 52 llamado Cuesta del Lipán. No faltan aquellos que lo consideran como una verdadera serpiente enroscada, debido a lo desparramada de esta carretera.

La localidad de Purmamarca es el inicio del camino que recorre la cuesta y alcanza su tope a más de 4100 metros de altura, en el Abra de Potrerillos. Luego pasa por el Cerro de los Siete Colores en un ascenso de este a oeste hacia la Puna de Atacama para, finalmente, descender hasta las Salinas Grandes. Igual que en la vida, sólo en la cima se puede ver de manera completa el desafío tomado al recorrer el intrincado recorrido.

Iniciar esta apasionante travesía implica llegar al departamento jujeño de Tumbaya, situado a 45 kilómetros de San Salvador de Jujuy, en el centro de la provincia. Aproximadamente 27 kilómetros separan a la Cuesta del Lipán de Purmamarca.

Carretera de doble sentido, frecuentemente comparada con un camino en forma de caracol, es un sendero asfaltado y ascendente: perfecto para los amantes de las aventuras al volante. También hay quienes aceptan el desafío de recorrerlo en moto o incluso en bicicleta soportando sus extremadamente empinadas curvas de hasta 180°.

Esta desafiante carretera es el paso obligado de camiones con destino a Paraguay o Brasil. Además de su fluido tránsito vehicular, tiene un importante flujo turístico y diferentes tours.

Transitar esta carretera requiere ciertos preparativos. La planificación es clave: se debe elegir el vehículo con cuidado y chequear su estado general antes de emprender la aventura. Ir despacio y disfrutar del paisaje son cualidades primas de la paciencia y en este caso, también van a permitir aliviar los males relacionados al apunamiento.

Un destino imperdible para conductores experimentados o viajeros amantes de las rarezas o métodos extravagantes, la Cuesta del Lipán no sólo es una invitación a revivir las marchas y contramarchas de la vida misma. Es también, un reconocimiento al temple humano que con mucho trabajo y adaptándose al entorno logró abrirse paso incorporándose a la majestuosidad de la naturaleza.

Redacción: Sitio Viajero